La idea de crear en A Coruña una Escuela Universitaria o una Facultad de Informática empezó a tomar cuerpo entre 1983 y 1985, promovida por diferentes instituciones. De esta demanda se hizo eco el profesor Alfredo Bermúdez de Castro, Vicerrector de la Universidad de Santiago de Compostela, consiguiendo que el rectorado convocara una reunión para debatir la cuestión, en la que participaron académicos y profesionales. En aquella primera reunión aún se oyeron voces que ponían en duda la consistencia de la materia Informática en su carácter superior y su especificidad profesional, y defendían su incorporación, como una cuestión más, incluso menor en los "curricula" de otras carreras. Sin embargo, los más, consideraban conveniente la definición de un espacio académico propio para la Informática, como un reto para la Universidad, proclamaban su singularidad, y evidenciaban la necesidad de lograr desde el principio una gran cohesión con el mundo empresarial.
Esta posición era ganadora, y no había que perder la ocasión de reivindicar para A Coruña los estudios, puesto que en A Coruña había nacido la iniciativa. Con la participación de varias instituciones, entre las que destacaron la Diputación y el Ayuntamiento, se inició una estrategia que unía la idea del desarrollo de la ciudad a la del desarrollo de su campus universitario. Se hizo especial hincapié en que la informática era trascendental para el sector terciario, pilar fundamental de la economía de A Coruña.
En tal situación, la Universidad de Santiago tuvo la acertada idea de convocar a debate a las empresas informáticas y profesionales más relevantes del país en aquel momento, así como a representantes de la Facultades y Escuelas de Informática existentes, con el fin de tratar de determinar la mejor orientación de los futuros estudios superiores de Informática en Galicia. Con el apoyo de la Diputación, se celebró en el Pazo de Mariñán una importante reunión que dejó sentadas las bases de la carrera.
La Universidad de Santiago creó, en 1986, la Escuela Universitaria de Informática de A Coruña, como primer paso para la creación de una Facultad, y en ella se integraron importantes figuras académicas y algunos profesionales copromotores de la idea. Todos ellos profesaron la docencia con un enfoque evolutivo. Entre todos elaboraron un primer Plan de estudios innovador y algo revolucionario, que tendía un puente entre lo académico, lo científico, y la aplicabilidad y la praxis.
Comenzó la escuela su andadura en algunas aulas y locales que cedió la Escuela de Aparejadores. Se llegaron a compartir los despachos entre cinco profesores, y los alumnos se examinaban en tableros de dibujo.
Poco a poco fueron mejorando las dotaciones y llegó la Facultad y las primeras promociones de licenciados. Se fundó la Universidad de A Coruña, y por fin se construyó el actual edificio, que se inauguró en 1993.
Nuevos planes de estudio, y la inevitable llegada de las Ingenierías Informáticas, como reconocimiento maduro del final de una polémica que duró años, y con todas las dificultades que suponía asumir esta orientación, configuran el panorama en el que nos encontramos, al que no es ajeno la necesidad de convergencia con el planteamiento de los estudios universitarios en Europa.
La Facultad de A Coruña ha sido, es y seguirá siendo un centro de referencia, y en este sentido se manifiesta el compromiso de todas las personas que la integran.
Miguel Rodríguez Rubio